24/03/2012
He disfrutado de un periodo de
vacaciones con mis compañeros. Viven en la fortaleza de los vientos, un sitio
extraño: una fortificación dentro de la red de inmensas grutas en las que se
asienta la ciudad. La primera medida que han tomado sus jefes, mis anfitriones,
es hacerme llegar un collar para mi propia seguridad. Es un objeto macabro que
al ponértelo te debilita, absorbe parte de tu fuerza, como la estantería que a
poco mata al joven Erik cuando fue a coger un libro. Para tranquilizarme me
explican que es por si hay un ataque soltar algún tipo de entidad que matara a
todo aquello que esté vivo y no lleve el colgante, ¡que tranquilizador! No me
simpatizan los nigromantes.
Nos entregan un cofre con metales
y piedras preciosas, van explicándome el concepto de dinero y economía. A
cambio exigen nuestra discreción respecto al asunto del caminante sombrío.
Personalmente no le veo la utilidad a ir cargando con varios kilos de
diamantes, total solo es un cristal bonito.
Estos días el vampiro me da algo
de conversación , lo acompaño a la biblioteca de Cordinca, es un sitio tan
turbio como el resto de la ciudad, lleno de almas ansiosas de absorber no solo
la vida, sino los conocimientos y recuerdos de los visitantes.
La fortaleza de los vientos es
también la fortaleza de los espejos, un nexo de unión entre varios planos,
parece ser que el proyecto de mis amigos era formar parte de la “tripulación”
que viajaría dentro de la fortaleza a un lugar llamado “La Niebla”. Conforme
más sé más e inquieta la forma en la que toma decisiones la gente “¿tan mal
está el mundo que hay que huir no a otra isla sino a otro universo?” pero bueno
mi raza también es muy dada a esconderse dentro de la montaña cuando hay
problemas. En todo caso estudiare
Tamarlin, el idioma que se hablaba en las nieblas la última vez que se visito
siglos antes. Se sabe que el Señor blanco era un nigromante vivo cuando fue a
las nieblas y un liche cuando volvió. Visto el resultado no sé por qué no hacen
añicos los espejos de viaje y olvidan el sitio ese. Pero en cualquier caso el
viaje ha sido cancelado, contener al elemental que podría arrasar medio
continente es más prioritario y le han asignado todos los recursos mágicos
Ya sé escribir orco, me abalanzo
sobre las estanterías de la fortaleza intentando saber cómo se ha llegado a este
estado del mundo.
Arcasandar, el elfo, ha sufrido un intento de asesinato, pero
rechaza cualquier ayuda para protección o venganza. Al recibir la puñalada solo
exclamo “vaya, mi capa favorita” y en vez de correr a casa para buscar un
antídoto contra el veneno se compro unas fresas en un mercadillo. Eso es
templanza.
Mis anfitriones en la fortaleza,
que aun no me han dirigido la palabra, han organizado una ceremonia de cierre
de la misión. Todo el mundo luce su uniforme de gala pero a mí me da la
sensación de que serian más honestos si nos dijeran “ahuecando el ala que es
gerundio” y nos empujaran a escobazos hacia la puerta. El nuevo señor será el
tal Sadeon que siempre cae de pie.
El gnomo ha gastado parte de su
fortuna en hacerse con una casa en la ciudad. Hay planes para ponernos en
marcha hacia las montañas, pero para mi disgusto, me huelo que vamos a tardar
muuucho tiempo en empezar el viaje. No sé porque tanto afán de despedirse de
gente que les humilla, utiliza, atrapa con dagas demoniacas, pero ellos sabrán.
Me dedicare a entrenar mis habilidades marciales en el patio hasta que salgamos
de esta ciudad. Respecto al tipo congelado en hielo alquímico con un yelmo que
dice “mal rollito” a leguas mejor no preguntar.
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